miércoles, setiembre 06, 2006

Marinovios proactivos


Siempre pensé que la pareja ideal, para mí, sería un chico super pilas, divertido, sociable, inteligente, trabajador, con sentido del humor, conciencia social y, sobretodo, bueno en su profesión. Hasta hoy, he salido con algunos marinovios que tenían en mayor o menor medida la mayoría de estas cualidades, pero nunca todas. La pareja ideal no existe, obviamente.


Cuando conocí a mi actual marinovio, encontré en él todas las cualidades de mi “ideal”, en diferentes proporciones, pero allí estaban. Incluso encontré una que no pedí, por pura resignación: no le gusta el fútbol. Todo esto sirvió para acercarnos como amigos y que en algún momento surgiera algo más. Sin embargo, hoy me enfrento al otro lado de la moneda: justo aquello que más me gustó, de pronto podría convertirse en una amenaza.

Él es un chico muy activo: estudia, trabaja y está involucrado en varios proyectos extras. En general es muy apasionado con su chamba, y eso me encanta. Pero últimamente sus actividades le están trayendo varios problemas y casi no tiene tiempo para mí.

Reconozco que yo también ando metida en mil cosas, termino muy tarde y muy cansada, pero a pesar de todo ello siempre tengo ilusión de, por lo menos, hablar con él. No dudo que él también quiera verme, lo conozco bastante bien, pero no puedo evitar sentirme afectada por esta situación.

Tal vez alguno dirá que no debería quejarme, porque así lo conocí; pero ningún extremo es saludable para nadie ¿verdad?

lunes, setiembre 04, 2006

Como moscas a la miel


¿No les ha pasado que cada vez que empiezan a salir con alguien, todos aquellos flirts, “amigos cariñosos”, ex-novios, compañeros de trabajo o amigos que nunca te dan bola, misteriosamente te empiezan a llamar, invitar cafecitos y saliditas de fin de semana?

Pues, a decir verdad, estoy convencida de que los hombres poseen un radar para apuntar, efectivamente y de inmediato, a esa presa que está “en peligro de perderse”.

¿Cómo se origina? ¿Cómo se enteran?
Es probable que ellos también tengan un sexto sentido que les indica cuando ya no nos interesan y, ¡oh sorpresa!, en ese instantáneo momento se empiezan a interesar.

Obviamente, este cruce de intereses genera una reacción completamente negativa por nuestra parte. Sumado a la abrupta aparición que interrumpe la concentración en nuestro nuevo interés, tenemos ese espíritu revanchista “no será cuando tú quieras”.

Así, solo se confirma aquella premisa de que a los hombres les gusta el maltrato, porque cuando los tratas bien empiezan a creer que pueden hacer lo que quieran contigo. ¡Y no pues!

Entonces continúan una secuencia de intentos fallidos con desastrosos resultados para ambos. Lo que empieza con llamadas no contestadas o mensajes sutiles de “estoy ocupada” podrían terminar en “no me molestes más!” u “ocúpate de tus propios asuntos!”

De allí tal vez se origina el que ellos consideren que “nosotras estamos locas”. ¡Pero no es así! Lo que realmente sucede es que su instinto funciona sin que ellos sean conscientes.

En otras palabras, ellos no saben de nuestro nuevo interés, si se lo decimos sutilmente, no lo entienden, si lo hacemos literal, lo minimizan. Por ello, tampoco entienden la razón de nuestra molestia o nuestro hastío. Conclusión “ellos son brutos” (tema que daría lugar a otro post, o varios).

¿Cómo es posible que siempre estemos cruzados, hombres y mujeres, con nuestros intereses sentimentales?